La flor preservada, un recuerdo para siempre del día más feliz de tu vida
D´Audikana suena ya a flor preservada, al jardín donde la eternidad es ya una seña de identidad y donde cualquier tipo de sueño, parece poder hacerse realidad. Nos hallamos en el lugar perfecto donde un ramo de novia con flores preservadas puede volverse más que inolvidable, eterno.
¿Qué es la flor preservada?
¿Cuestión de magia? No, aquí lo que prima, es la ciencia. La preservación de las flores es posible gracias una novedosa técnica que sustituye la savia natural por un poderoso producto conservante. De esta forma podemos disfrutar de la belleza de la naturaleza pétalo a pétalo para siempre.
Preservar una flor es garantizarle una larga vida otorgándole desde el primer momento la naturalidad que ésta ostentaba.
Conservación de la flor preservada
Las flores y plantas preservadas o liofilizada pueden durar para siempre, pero siempre teniendo presente que todo ello dependerá del cuidado que les otorguemos y por supuesto, del uso que hagamos de las mismas.
Estos son los requisitos para mantener su textura y apariencia, siempre impecables:
- No exponerlas a la luz del sol, pues su color podría verse dañado
- No regarlas ni dejarlas en la humedad, ellas no lo necesitan; más al contrario la presencia de agua puede generarles moho en la zona de los pétalos o el tallo
- Tener siempre presente su necesidad de una temperatura ambiente agradable
Las flores preservadas en D’Audikana
En D´Audikana trabajamos con flores y plantas preservadas convirtiendo cada evento o celebración especial en un momento mágico, en la que hortensias, peonías o rosas se vuelven el mejor de los recuerdos.
Para nosotras el arte floral es ejemplo vivo de belleza y sofisticación, la elegancia requerida a cualquier accesorio de fiesta o complemento de novia con tocados y coronas que serán el centro de atención para poner el broche de oro a cualquier velada especial.
Es precisamente en la sensibilidad de este tipo de flores en donde más reside su esencia, y que bien cuidadas, hacen de la ancestral costumbre de disfrutar de ellas un momento donde el “para siempre” no es una mera utopía.
